--Estamos a pocos días del inminente regreso a clases. Por suerte para nosotros, desgracia para los vividores de dádivas gubernamentales, luego de cinco años podremos disfrutar del último trimestre sin que el ambiente esté sobrecargado por un proceso electoral o sin que los evangelizadores políticos inunden nuestros espacios de cuanta propuesta efímera/soluble se les ocurra. Incluso la fulana crisis económica, ese monstruo debajo de nuestras camas que venden a gusto y conveniencia, se disipa por la cantidad de dinero que se maneja durante esos días.
Tenemos entonces cancha abierta para jugar con el balón de las ideas, para crear, para proponer y hasta para exigir. Si toca moldear toda esa masa para ajustarla a nuestra escuela, la de Comunicación Social de
Lo que tenemos que hacer
- Pedir a los profesores un programa de clases: Llegando al aula de clases pidan el registro o la planificación de lo que se tiene preparado para la cátedra durante todo el periodo académico. El profesor debería ofrecerlo de manera automática para dejar en claro los objetivos que se desean lograr. Las fechas y el método es totalmente variable, pero el contenido debe estar estructurado y bien definido desde antes de iniciar. Con esto se busca feedback, negociar plazos o estrategias y hasta crear un primer contacto con el docente. No olviden la bibliografía o el material de consulta y su disponibilidad.
- Exigir datos para realizar contactos: el tema del teléfono o correo electrónico a veces resulta un tanto incómodo por lo que pueda resultar con uso inadecuado de este tipo de información. Lo cierto es que siempre hay una fecha o un evento a la vuelta de la esquina que resulta entorpecedor para las clases y sin tener una mediana comunicación entre docente y estudiantes, el asunto puede que termine en un verdadero caos. Lo ideal sería crear micro-comunidades para cada cátedra donde al surgir algún tipo de obstáculos (que nunca faltan en nuestra universidad o en cualquier otra en Venezuela) se pueda evaluar e interactuar mucho más allá de los espacios físicos. Como en esta escuela en particular no sobran las iniciativas, lo lógico es definir algún medio de contacto con el profesor y compañeros (procurando constantemente intercambiar información).
Lo que debemos hacer
En este apartado mucho se ha dicho y poco se ha visto. Enumerar todo lo que “debería ser” traería una lista que no terminaría de fermentar en este pan de frutas. Vamos entonces con lo seguro: asistir a clases y cumplir con los trabajos o pautas asignados por el profesor.
- Ir a clases y participar: No es asunto fácil. Es molesto montarse en una ruta de la universidad, en un bus que pega a gallinero o trasladarse a través de grandes distancias. Tampoco es agradable escuchar a alguien cuando la tabla del pupitre luce más apetecible como almohada o que luego de un rato al asiento le salgan –literalmente- pinchos, lo que provoca que queramos levantarnos. Tengan en cuenta que una clase se hace entretenida en la medida que participemos y hasta que llevemos al salón un tema que valga la pena conversar en caso de que resulte poco atractivo el que toca en el día. Un buen profesor se hace de un buen alumno y viceversa.
Es así entonces como asistir y participar asegura el entendimiento, sirve para exigir en la misma medida que se nos exige y en algunos casos asegura puntos.
- Entregar trabajos o cumplir pautas: A veces resulta molesto tener que cumplir para conseguir una calificación. De hecho, si preguntan a cualquier compañero posiblemente vean un panorama donde las notas cayeron porque les faltó entregar algo (o porque el profesor “les tiene el número agarrao”). Pueden decidir cuál trabajo entregar y cuál no. Antes de que salte algún lector conservador agrego que es justamente para esto que se debe exigir el programa al profesor al principio del periodo académico: para proponer y manifestarse a favor o en contra del método evaluativo (entre otros asuntos). Obviamente hay que argumentar y conseguir consenso entre alumnos y docente.
Pienso que cualquier educador que se respete debería ser un verdadero negociador de los elementos y contenidos de su cátedra, aunque para esto debe existir quien lo exija, es decir, estudiantes no pasivos. Si llegas con la baba al piso al primer día de clases, ni te molestes en quejarte por tu nota o por los mecanismos de calificación porque ya dejaste todo en manos del profesor (si se dan cuenta aquí aplica lo de asistir y participar).
Lo que podemos (y que sería ideal) hacer
Tanto se ha dicho de debemos y tenemos, pero poco se ha dicho de lo que podemos. A la final, todo entra en las dos primeras categorías señaladas, pero la poca documentación y divulgación, aunado a la falta de iniciativas (por lo menos en nuestra escuela) nos traen finalmente a esta opción.
- Exigir transparencia a la representación estudiantil:
Clic aquí para revisar la Ley de Universidades (1970)
- Proponer proyectos: si la calidad de nuestra representación estudiantil y de nuestra comunicación con compañeros y profesores dependen de iniciativas, con la calidad de nuestros espacios pasa justamente lo mismo. Al igual que el periodismo, nuestra escuela, nuestra universidad y hasta el país necesita que tracemos metas y proyectos para un bien colectivo. Si sirve de algo, soñemos por un rato para luego ver que tan viable son esos pensamientos. Lo principal es saber qué se quiere hacer, documentarse al respecto y comunicarse. Tenemos de nuestro lado dos elementos favorecedores: ser estudiantes y estar dentro de una universidad.
Por un lado, podemos pedir asesoría y cubrirnos con la experiencia de docentes o personal que haya corrido por el camino que pretendemos caminar. Por otro, ser estudiante con un proyecto resulta poco común y por ende tenemos puertas abiertas que no tienen egresados y hasta profesores (aunque con tanta burocracia y protocolo, vale tener los parámetros bien delimitados desde un principio para que no resulte latoso a la hora de presentar la idea).
Para dar una idea, que parece ser el interés más común, un estudiante en LUZ puede dar “clases” como facilitador de una cátedra de autodesarrollo, con ciertas limitaciones vale decir. Para ello existe un reglamento que lo hace posible. Queda entonces definir qué es lo que se busca y el empeño que se le va a poner de principio a fin.
Esto es un pequeño pedazo de todo lo que se puede y se tiene que hacer como estudiante. Hay mucho más que se podría enumerar pero que de seguro no sobreviviría ante la atención del lector, si es que este material no ha caído en desgracia ya. Lo cierto es que todo necesita un mínimo de incentivo, de contenido y de participación de nuestra parte. Ya lo demás son simples mecanismos para alcanzar el éxito de la misión.
3 Comentario en esta entrada
Excelente aporte, David... lo mejor que podemos tener los profesores son alumnos que nos animen (y obliguen) a seguir estudiando. Espero tener esa dicha siempre.
Por desgracia, todavía tenemos profesores que tildan de "desubicado" a un estudiante que se atreve a exigir con respeto.Y lo peor: consideran las exigencias como "una soberana falta de respeto".
Definitivamente David no para de sorprenderme...se que vas a llegar muy lejos. Voy a imprimir esta nota para leerla en la 1era clase a todos mis estudiantes porque yo empiezo cada semestre con la esperanza de incrementar el número de estudiantes con el perfil que ha descrito David. Justo el semestre pasado un estudiante poco aventajado me demostró que con empeño y determinación todo se puede lograr; a veces, esos estudiantes te dejan mucho más que los amigos del 20. ¡Un abrazo!
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